Para muchos la acuarela es una técnica
aparentemente fácil de realizar, pero evidentemente no es así. Muchos comienzan
a pintar acuarelas confiados en su facilidad y terminan dejando de hacerlo por
que entraña mucha más dificultad de lo esperado. Los impacientes terminan
cansados por no tener resultados de manera rápida.
Es una técnica que necesita mucho estudio, mucho trabajo
para poder llegar a los fines que cada uno se propone. Si se quiere pintar
debemos hacer eso, ¡¡pintar!!, trabajar, experimentar, fracasar, innovar, y
sobre todo ilusión. Bien es cierto que esto sirve para muchas cosas, pero en
este caso es una realidad.
Desde finales del XIX, la acuarela ha gozado de gran
popularidad.
Precisamente su popularidad fue la causa de su
desprestigio, se asociaba como una distracción de las clases acomodadas. Muchos
de ellos lo tomaron como un pasatiempo divertido el pintar paisajes donde los
colores apastelados aportaban unos bucólicos y delicados paisajes.
Por la inestabilidad del color muchos la consideran como
una pintura de un grado inferior que, por ejemplo, el óleo o acrílico. Sin
embargo con la acuarela se consigue unas transparencias y luminosidad difícil
de conseguir con otra técnica pictórica.
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