Nunca vi soledad más luminosa
que la que muestras, luna, al desnudarte
de sombras, sin pudor, esplendorosa,
ante un mar que se amansa al contemplarte.
Dibujas en su manto, como en lienzo,
todo un imaginario que me asombra;
y cada despedida es el comienzo
del cruel desasosiego de tu sombra.
No sabe el mar que sueñas ser sirena,
cimbrear en sus aguas tu figura;
que a todo lo demás eres ajena
sabiendo que tu mal no tiene cura.
Y mientras tu acompasas sus momentos
él derrama tus luces con sus vientos.
Libélula